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Historia


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Su historia de bebedor como la de muchos alcohólicos comienza en la adolescencia, con el abuso de alcohol y el consumo de droga. Al paso del tiempo Arturo necesitaba mayores cantidades de alcohol para lograr ese efecto maravilloso y liberador que le produjeron sus primeros consumos.
De esa forma, el protagonista de esta historia fue creando un mundo de falsa diversión en el cual podía escapar de su realidad, pues la verdad es que se trataba de un muchacho tímido con muchísimos temores y resentimientos.
Así logró avanzar en su vida estudiantil, notando que cada vez las consecuencias de sus borracheras eran peores… terminar tirado en lugares que no conocía, vomitado o con sangre en sus ropas, eran episodios comunes y cada vez más frecuentes en la vida de Arturo.
Sin embargo él creía que su conducta era normal, muchas veces se dijo a sí mismo y repitió con gran cinismo a otros “no estoy tan mal”.. “hay gente que se pone peor”…
Pero las consecuencias seguían empeorando y ahora hasta sus amigos lo habían dejado solo, lo habían corrido de las fiestas, ya no lo invitaban e incluso se escondían de él, también su familia se encontraba atemorizada por su agresividad y creciente locura.
Tuvieron que pasar algunos años y muchos eventos vergonzosos o aberrantes para que nuestro amigo comprendiera lo peligroso que era para él y para los que lo rodeaban, que continuara tomando; ahora sabía que dentro de él habitaba un temible monstruo que salía a la superficie con el primer trago de cerveza o de tequila y que la violencia y destrucción que ese ser era capaz de generar salía completamente de su control.
A pesar de saber lo que le ocurría, Arturo no se explicaba porque su fuerza de voluntad ni toda la disciplina que le caracterizaba, no le servía para dejar de beber por completo, tampoco parecía ser suficiente para detenerse una vez que había empezado. A toda esa impotencia le acompañaban nuevos malestares físicos y mentales que lo estaban volviendo loco, pasando por su mente la idea de quitarse la vida al no encontrar una solución. La palabra alcoholismo sonaba muy fuerte y no era algo en lo que el pensara como su verdadero problema; busco muchas veces la solución en juramentos, haciendo ejercicio, cambiando de bebida, con psicoterapia o con algunos períodos de abstinencia a base de voluntad; soluciones que siempre terminaban con una nueva y más escandalosa borrachera.
Motivado por el amor a su familia y sin poder encontrar un camino hacia la luz, decidió internarse en una clínica de rehabilitación ubicada en la Ciudad de México, como un intento desesperado de terminar con su sufrimiento. Ahí, una vez que se empezó a desintoxicar, conoció el programa de recuperación de AA y admitió su terrible debilidad … nuestro amiguito reconoció que es alcohólico.
Con apoyo de terapeutas, consejeros en adicciones, alcohólicos recuperados y cuidando su alimentación, haciendo ejercicio físico e informándose acerca de su padecimiento, nuestro personaje pudo salir adelante y una vez que lo dieron de alta se dedicó con ahínco a su recuperación, asistiendo a juntas de Alcohólicos Anónimos diariamente, pidiendo la guía de un padrino, leyendo constantemente literatura de AA y sobre todo tratando de poner en práctica los 12 pasos.
Todo ello ocasionó que su obsesión por beber desapareciera, que su vida cambiara y que lograra contactar a Dios, mejorando en todos los aspectos de su vida, logrando al fin ser útil, feliz y libre.
Hoy hace ya varios años que Arturo está recuperado, trata diariamente y solo por ese día de llevar los principios espirituales a su vida lo mejor que puede, dedicando una importante cantidad de tiempo al servicio, haciendo de la ayuda a otros alcohólicos un estilo de vida.